AUTORREALIZANTE (cuento) por Daniel Alberto León Martínez

AUTORREALIZANTE

 por Daniel Alberto León Martínez

La alarma sonaba interrumpiendo su parte favorita del día, aún estaba oscuro y mientras entraba en sí, trataba de distinguir en la pantalla la hora que era, se dio cuenta que ya debía levantarse, no era tarde pero tampoco le sobraba el tiempo, se preguntaba si era necesario, no quería hacerlo pero tenía que, o al menos eso creía.

Como era muy temprano no tenía hambre por lo que solamente comió para no convalecer tan pronto, paso al baño intentando mejorar su aspecto demacrado y cansado, aun no abría totalmente los ojos.  

Durante su ritual habitual diario que de tanto tiempo ya se tornaba gris, surgió un pensamiento que tenía algo de color en su nublada mente, se acercaba el fin de semana por lo que su nómina se vería una vez más llena y por ende tendría esa hueca sensación de triunfo, ese sentimiento de valor no solo a la plata sino a su misma persona y acciones, lo único por lo que vale un ser, una máquina de carne.

Sin embargo recordó también que con el fin de la semana se llegaban los días más pesados, aquellos donde muchas veces sentía las ganas de simplemente mandar todo al carajo, de darse el mismo su valor como persona, pero siempre todo terminaba en eso, en apagadas ganas por las condiciones de la obscura realidad.

Termino esa preparación antes de que el astro mayor se empezara a ver en el horizonte, y en el camino sentía ese frio que se le pegaba en los pantalones de mezclilla, tan profundo como si de agua se tratara, quizá el frio era lo único natural que su cuerpo ya sentía, aquella única sensación que le recordaba el hecho de ser un ser con sensaciones, un ser vivo.

Llego a su lugar, su santuario de esfuerzo, con sus verdugos y al mismo tiempo prisioneros compañeros de trabajo. Mientras comenzaba su misión diaria de compromiso al deber, el gerente dio un discurso con la fuerza y valor que cualquier líder de nación quisiera pues el llevar hacia lo más alto el nombre de su empresa era fundamental aunque su propio nombre quedara enterrado en el olvido o de igual forma en papeleo guardado en cajas de huevo.

No obstante no todo era pasión y orgullo, como buenos empleados comprometidos debía haber responsabilidades o mejor aún cargas, la sensación de que todo lo malo es tu culpa y solo tú debes mejorar, no importa cómo te sientas tu eres el error y esto lo hacía ver bien el gerente que como un ejército controlaba y dirigía a estos engranajes de una máquina que no conocía el alto, 365 a todo lo que da incluso en días especiales para respirar. 

Pasaron las horas hasta que llego la deseada hora de comida donde podía por 30 minutos olvidarse de su prisión laboral y llenar ese gastado organismo de calorías y sodio exprés, una buena gaseosa para tener el azúcar necesario y no desvanecerse o en su defecto un café bien cargado, esos 30 minutos pasaban en un respiro sin ser totalmente disfrutados, era increíble cómo podía en un mismo día amar y odiar cada minuto. Volvió al sufrimiento.

Así continuo por otras 4 horas hasta que se percató que en una hora mas era libre, como un preso al contar los días de su sentencia y descubrir que dentro de poco podrá volver a ver la luz o lo que reste de ella, sin embargo esa hora era la más eterna pues por más que fuera consultada no avanzaba a mayor velocidad. 

El dolor en la espalda ya era intenso, tanto que sentía como si estuviera cargando un refrigerador, el cuello tenía la tensión de meses y meses de ardua labor, rogaba por un masaje o un descanso decente, los brazos se sentían lacios y caídos, la mente estaba saturada y dejaba de ser el centro de una persona humana con vida, valores, pensamientos y emociones para ser solo la computadora central de una maquina que estaba por colapsar, pero en general ese cuerpo capaz de lograr arte, expresiones y habilidades únicas en la naturaleza ahora solo era un cascaron igual de tieso y vulnerable que el de un huevo, desarrollando cáncer puro en su interior.

Quería solamente llegar a casa y tirarse, olvidar todo y quizá quedarse dormido por la fatiga hasta despertar sobresaltado ya en la noche cuando recuerde que también tiene deberes en casa y ganas de esparcimiento o entretenimiento pero sin realizar ninguna por el cansancio y por lo entrado de la noche la cual le recuerda que debe dormir temprano para mañana regresar al esfuerzo.

Faltaban 20 de 60 cada uno pero tenía aun una tarea final que le encargo su jefa directa, el sabía que le tomaría otros 20 extras de su tiempo pero la acepto por qué es lo que un empleado de excelencia hace, siempre por el bien de la empresa.

Sin embargo luego de un rato de esfuerzo extra la maquina no daba más, la gasolina se gastó y el engrane se rompió, un cadáver tirado en el piso se azoto y cuando la voz llego a los altos mandos esta lo cogió y en un cesto de basura el cuerpo deposito.

El nombre quizá será olvidado o simplemente en una caja de huevo para siempre será encerrado.


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